Cada niño es un mundo. Diego y Rodrigo, por ejemplo, son la prueba viviente de ello: uno es la calma y el otro, un terremoto lleno de vida. De hecho, tras una tarde de juegos y aventuras, Rodrigo se ha ganado el título al niño más enérgico que he fotografiado. Y me encanta.
Mi objetivo en la fotografía lifestyle no es que los niños se queden quietos, sino que sean ellos mismos. Mientras corrían por la Finca de Osorio y yo detrás de ellos, capturé la risa de Rodrigo, la serenidad de Diego y la complicidad de esta familia que no para de crecer.
Porque los recuerdos más valiosos son los que se viven y no los que se posan.. Gracias a esta familia por dejarme ser parte de sus momentos.